jueves, 8 de octubre de 2009

La Ultima Salida...

Desde que ella se fue todos mis días se sienten como un lunes. La casa se ha vuelto un museo y yo aquí redundando en el pasado. Todavía no se por que se fue y menos se por que no me dio ninguna explicación, solamente te fue. Aquí yo estoy rompiéndome la cabeza preguntándome si fui yo el culpable, si fue algo que dije o algo que hice o no hice. Decido salir y reanudar mi relación con el mundo. Ya van 3 meses desde que se fue y yo aquí encerrado en mi apartamento para no apartarme de su recuerdo. Me pongo un mahon azul y la chaqueta que ella me regalo para poder llevarme un recuerdo de compañía. Salgo de mi apartamento y decido camina, para poder gastar el tiempo.


Después de par de horas caminando por la calle veo a una rubia delgada entrar a un bar local y creyendo que era ella decido entrar. Como una abeja buscando polen me propongo encontrarla en la multitud, solo para encontrarme con la decepción que no era ella. Me doy un whisky para que me ayude a olvidar y salgo de le bar, ya con el pensamiento de que fue un error salir de mi apartamento. Decido volver a casa pero esta ves tomo el camino corto para poder avanzar. El camino es mas corto pero se me hace eterno y como si no se pudiera poner peor mi noche Dios decide burlarse de mi tragedia y hace que las nubes lloren incontrolablemente. Entro a un hotel de esos baratos para pasar la lluvia y no mojarme aunque el agua no me vendría mal para ver si enjuaga mis penas.


Mientras esperaba que cesara de llover una mujer se me para al lado. Pelo largo rojo, un traje ajustado y unos tacones altos. Por la mirada de su cara se sabe que tipo de mujer es, es una de esas. De esas mujeres que venden alegría de momentos y placer. Haciendo acrobacias y fingiendo orgasmos para ver si le pagan mas, es una de esas. Mirando hacia los lados buscando a su próximo cliente pregunta si alguien tiene algo para la nariz. Yo viendo que era la oportunidad perfecta para despejar mi mente de los recuerdos y olvidar aunque sea por una noche a ese recuerdo que tanto me atormenta decido disfrazar mi anzuelo de inocencia y le ofrezco mi pañuelo. Ella comienza a reírse y me dice que no sea idiota, que lo que ella busca es algo para no dormir, si le conseguía algo le podía pedir su ropa. Logre cautivar su atención pero donde encuentro nieve para el desvelo ahora. Al no tener nada de ese estilo encima decidí cambiar mi estrategia y le ofrecí volver conmigo a mi apartamento, usando como oferta cien dólares y la invitación de ver el sol por la mañana. Con una cara reflejando indiferencia acepto mi oferta, pido un taxi para poder llegar rápido a casa. De camino le pregunto si el sexo sin placer la enciende de alguna forma, ella sonríe un me contesta que solo si el cliente es mujer. Me sorprendió su respuesta pero disimulando le dije que esta claro, que no piense que me parece raro. Cada quien su gusto y su pasión.


Cuando llegamos a mi apartamento saco mi llave y abro la puerta de prisa. Entramos a mi cuarto y ella como si fuera rutina se sienta en la cama. Me siento al lado de ella y le pregunto si le puedo sujetar la mano, como todo negociante me dice que le pague primero. Busco en mi pantalón y no los tengo encima, pero seguro estoy que debajo del colchón de mi cama están. Los saco de prisa y se los doy como si fuera un adicto comprando su próxima inyección. Ella guarda el dinero y empieza a quitarse la ropa. La detengo y le digo que no es su ropa la que quiero ni un rato de placer. Solo busco un poco de ternura y cariño lo que estoy esperando de ella a ver si me cura lo que estoy pasando.

Después de varios minutos hablando y tomando alcohol ella se percata de algo y de despega de mi. Le pregunto si todo está bien y ella me contesta señalando el buró que si la de la foto es mi ex. Contestándole que si me dice que no hay trato y me devuelve el dinero. Con una cara de confusión le pregunto que por que, que si la conoce. Ella me dice que si, que fue por ella que me dejo. Se paro en la puerta y me miro con una cara de pena y le pregunte que como podía ser eso. Solo me dijo que no fuera iluso y se marcho cerrando la puerta en su camino.


Confusión, frustración, tristeza, ira, desespero. Todas esas cosas corren por mí ser. Sabia que era un error salir de mi apartamento, sabia que el tratar de olvidar era imposible. Ahora estoy aquí solo, abandonado. Ya no hay razones para volver a salir, claramente ya no tengo nada que buscar fuera de mi cuarto. Ya estoy cansado de tratar, cansado de tanta decepción y de tanta tristeza. De pronto me viene una sola solución a mi dilema. Con mi mente vestida de negro y mis ojos convertidos en un río desbordado escribo una carta titulada "A quien pueda interesar". Pongo la carta en el buró al lado de su foto y sentándome en la cama me tomo un exceso de pastillas. Me acuesto en la cama para tomar un largo descanso y dejar todo atrás.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

En verdad me puso a meditar en muchas cosa tu historia